miércoles, 7 de noviembre de 2018

Textos sesión 4 del Seminario "La filosofía como escuela de vida".



* Los problemas relativos al hombre:
- La vida y el problema del mal; la derivación del mal de una culpa:
- La idea de un hado ineluctable (o voluntad divina). 
24) Muy a menudo, los Aqueos me reprocharon y me hicieron este discurso; pero no soy yo el culpable (Agamenón), sino Zeus y el Hado y las Erinnas habitantes del aire, que en la asamblea, me inspiraron en el alma un salvaje enceguecimiento, el día que arrebaté su botín a Aquiles. Pero, ¿qué habría podido hacer? El Dios cumple todo hasta el fin (HOMERO, Ilíliada XIX, 85 y ss.).
25) Dios engendra la culpa entre los mortales, cuando quiere destruir por completo a una familia. (ESQUILO, frag. de Níobe).
26) Nadie puede huir de los males enviados por los Dioses ( ESQUILO, Los siete sobre Tebas).
27) ¡Ay de mí! ¡De cuántas cosas nos acusan los mortales, a nosotros, los Dioses (Habla Zeus): pues dicen que de nosotros proviene el mal, y en cambio ellos mismos se lo procuran con sus arrogancias contra el hado! (HOMERO, Odysea 1, 32 y ss.).
El concepto de que los males derivan de culpas de las que son responsables los hombres, prodomina en HESÍODO. En “Las obras y los días”  el relato de la culpa de Prometeo (robo del fuego divino) y el del envío de Pandora con la copa llena de todos los males y la historia de las cinco edades, señalan una decadencia progresiva, desde la edad de oro, como consecuencia de culpas crecientes.
El concepto de la fatalidad ineluctable al hombre la culpabilidad humana se encuentra también en ESQUILO. Sin embargo, también para él, es la culpa humana la que engendra la culpa ulterior: "La acción impía (de los padres) engendra otras semejantes en las generaciones siguientes de su raza" (Agamenón, 759 y ss.). Y también, dada esta producción de culpa por culpa, el hombre tiene la posibilidad de resistir con su voluntad y salvarse de los designios del hado: "Desecha el principio del funesto impulso. . . Porque el demonio, cambiando por el cambio del querer que sucede con el tiempo, pudiera quizá tornarse en viento más plácido" (Los siete sobre Tebas, 687, 705, y ss.)].
28) El hombre que hace daño a los otros, es el artífice de sus propios males; el mal designio es peor aun para quien lo delibera. El ojo de Zeus ve todas las cosas y todas las comprende, y, cuando le agrada hacerlo, les presta atención, y no le pasa desapercibido qué especie de justicia encierra dentro de sí una ciudad. . . Malo es ser justo, si el más injusto debe tener la preeminencia en el conflicto jurídico. Pero no creo que esta sea la obra del sapientísimo Zeus (ibid. 265 y ss.). La Justicia se sienta cerca de Zeus, su padre, hijo de Cronos y le comunica los inicuos propósitos de los hombres (ibid., 259 y ss.). Y fácilmente da Zeus la fuerza y fácilmente maltrata a los fuertes; fácilmente rebaja al soberbio y fácilmente exalta a quien permanece en la sombra; fácilmente pone derecho lo que estaba torcido y mortifica al arrogante (ibid., 5 y ss.).
29) Pero uno paga en seguida la culpa, el otro más tarde, y si ellos lo evitan, y no los encuentra el divino hado a su llegada, vuelve en cada caso más tarde: sin su culpa, pagan la culpa los hijos de aquéllos o la generación posterior (SOLÓN, fr. 12, versos 29 y ss.).
Estos conceptos, aplicados al mundo humano por Hesíodo y por Solón, se convierten después en conceptos cósmicos, con una proyección de la humanidad al universo. Ya en los órficos aparece el concepto de Díke cósmica, y de éstos pasa a los jónicos y a los itálicos. En Anaximandro vuelve a encontrarse también, transferida del mundo humano al de la naturaleza universal, la representación del tiempo juez que ya Solón hacía intervenir para pronunciar la sentencia inexorable sobre los hombres.
30) Hijo mío, Zeus tiene en sus manos el fin de todas las cosas, y dispone de él como desea. Pero los hombres nada saben; criaturas efímeras, vivimos como bestias en el prado, ignaros de la manera en que la divinidad conducirá a su término cosa alguna. Todos viven sólo de esperanzas y de ilusiones, y su meditar tiende a lo inalcanzable. Vejez, enfermedad, muerte en el campo de batalla o en las olas del mar, alcanzan al hombre antes de que haya logrado su meta. Otros terminan suicidas. Si me atendiesen, no amaríamos nuestra propia infelicidad, y no nos atormentaríamos buscando dolores incurables. (SIMÓNIDES DE AMORGO, frag. 1).
31) Algo ha dicho, lo más bello, el hombre de Chios (Homero); semejante a las hojas, son los hombres. Escuchan, es cierto, con sus oídos, esta noción, pero no la graban en su corazón. Porque es innata en cada uno la esperanza que crece en el corazón de la juventud. Mientras que se hallan todavía en la flor de los años, los mortales tienen el ánimo ligero y desdeñan muchas cosas inejecutables. Pues ninguno piensa en la vejez y en la muerte y, mientras que se halla sano, nadie piensa en la enfermedad. Necios quienes así piensan y no saben que a los mortales sólo les es concedido un breve período de juventud y de existencia. Pero no lo olvides, y pensando en el fin de la vida, complácete en conceder a tu alma algo agradable (SIMONIDES DE AMORGO, fr. 29).

La visión pesimista: la vida es un mal.
32) Ningún hombre es feliz. Abrumados de fatiga están todos los mortales bajo el sol (SOLÓN, fr. 15).
33) De todas las cosas, la mejor para nosotros, seres terrenos, sería no nacer y no ver jamás los rayos vivos del sol; pero, nacidos, lo mejor sería atravesar lo más tempranamente posible las puertas del Hades y yacer sepultados bajo mucha tierra. (TEOGNIS, 424 y ss.).
Esta misma afirmación, de que lo mejor para el hombre sería no haber nacido y una vez nacido morir lo más prontamente posible, era atribuida por la tradición al mítico Sileno, interrogado por el rey Midas; y los órficos, al repetirla y hacerla suya, le atribuían la significación de que la vida corpórea es una prisión para el alma, una expiación de los pecados (Cfr. ARISTÓTELES, Eudemo, fr. 6 Walzer).
La afirmación de Teognis, pasa después al desarrollo sucesivo de las corrientes pesimistas.
34) Morir no es el peor de los males, sino desear morir y no poder obtener tampoco esto. (SÓFOCLES, Electra, 1010 y ss.)
35) Sería necesario llorar, cuando uno nace, por todos los dolores a los que se sale al encuentro, y alegrarse cuando uno muere, porque se libera de los sufrimientos.  (EURÍPIDES, Cresfonte, fr. 449).
Con ese pesimismo, se une en los poeta griegos, desde Teognis en adelante, la admonición de moderación, resignación y humildad, como consecuencia de la conciencia de la sujeción del hombre a un poder trascendente γ de su inmensa inferioridad.
36) ¡Insensatos!, ¡no saben cuánto les atañe el dicho: "la mitad vale más que el todo" y qué bendición se halla en la más vil hierba que la tierra hace crecer para el hombre! (HESÍODO, Trabajos y días, 40 y ss.)·
37) La más difícil entre todas las cosas es asir la invisible medida de la sabiduría, que lleva en sí, sólo ella, los límites de todas las cosas (SOLÓN, fr. 16). Óptima cosa es la medida (CLEÓBULO).
38) Desde tiempo antiguo … de común acuerdo, consagraron a Apolo, en el templo de Delfos, una primicia de su sabiduría, inscribiendo aquellas palabras que todos celebran: "conócete a ti mismo", y "nada en exceso". . . Esta era la forma de la filosofía de los antiguos… (PLATÓN, Protágoras, 343 a).
Estas dos sentencias célebres entre todas las otras de la antigua sabiduría, tienen ambas el mismo carácter de admonición al hombre de tener conciencia de su limitación y de no exceder la medida de lo que es concedido al hombre, para no caer en el pecado de insolencia (hybris).
39) Hay una antigua doctrina (órfica) que afirma que existen allá (en el Hades) almas llegadas desde aquí, y que desde allá retornan nuevamente hacia aquí y que resucitan los muertos y nacen de ellos nuevos seres (PLATÓN, Fedón, 70 c).
40) Es menester creer a los antiguos Discursos sagrados, que nos advierten que somos almas inmortales y que tendremos jueces y hallaremos las mayores penas. (PLATÓN, Epístola, VII, 335 a).
El dualismo de alma y cuerpo en el orfismo: el pecado original y la vida corpórea como expiación.
41) Los que celebran la iniciación dicen que el alma paga la culpa y que nosotros vivirnos en expiación de ciertos grandes pecados. (ARISTÓTELES, Protrep., fr., 10 b, Walzer).
42) Afirman también los antiguos teólogos y adivinos que, por algún castigo, el alma está agregada al cuerpo y sepultada en éste como en una tumba. (CLEMENTE de Alejandría, Stromata, III, 433).
43) Las palabras que se oyen pronunciar en ciertos misterios, de que nosotros, hombres, nos hallamos como en una especie de cárcel, y que de allí no podemos liberarnos por nosotros mismos. . . (PLATÓN, Fedón, 62 b).
44) Algunos dicen que el cuerpo (soma) es tumba (sema) del alma, ya que ésta se halla sepultada en el cuerpo en que está. . . Pero me parece, también, que Orfeo y los suyos, le han puesto, sobre todo, este nombre (soma), en cuanto el alma expía la pena de los pecados que tiene que expiar, y esa envoltura, especie de una cárcel, la tiene para salvarse (sózesthai), ya que para el alma eso es justamente aquello de lo cual toma el nombre, es decir, un cuerpo (soma), hasta que el alma no haya pagado su deuda (PLATÓN, Cratilo, 400 c.).
[Según Mondolfo el pecado original en la mitología órfica, es el de los Titanes rebeldes a Zeus, que despedazan y devoran a Dionysos niño. Zeus los fulmina, y con sus cenizas crea al hombre, quien, de esta manera, lleva en si una parte titánica pecaminosa (el cuerpo) y una parte dionisíaca, divina (el alma), que aspira a liberarse de la unión con la otra].


El ciclo de los nacimientos (transmigración) y la liberación de las almas según el Orfismo.
— También Orfeo transmite claramente estas cosas, cuando después de la mítica expiación de los Titanes y la generación por ellos de los mortales vivientes, dice, antes que otras cosas, que las almas permutan las vidas en ciertos períodos y entran muchas veces en distintos cuerpos de hombres.
45) Los mismos (espíritus) se transforman alternativamente, por el cambio de las generaciones, en padres e hijos en los palacios y en bien ordenadas esposas y madres e hijas". De esta manera, cumplen su transmigración de cuerpos humanos a humanos. . . Además, existe también un pasaje de almas humanas a animales: también esto enseña Orfeo, en términos precisos, cuando determina: "por ello, cambiando según los ciclos del tiempo, el alma de los hombres proviene de otra parte en otros animales: ora se convierte en caballo. .. ora en carnero, o bien aparece como un ave monstruosa o también (con) apariencia de perro y voz grave y (en otras ocasiones) en rastrera generación de frías serpientes, en la tierra divina.(PROCLO, in Rempubl., II, 338 y ss., en edic. Teubner).
Esta concepción de la transmigración de las almas, que más tarde tomó el nombre impropio de metempsicosis, fue considerada por HERÓDOTO (II, 123), de derivación egipcia:
46) También esto fue dicho por primera vez por los egipcios, de que el alma del hombre es inmortal, y disolviéndose el cuerpo, penetra cada Tez en otro cuerpo engendrado, porque después de que haya recorrido toda la serie de animales terrestres, marinos y volátiles, nuevamente penetra en el cuerpo engendrado de un hombre, y tal ciclo se cumple en tres mil años. De este mismo parecer son aquellos griegos que, algunos antes y otros después, lo sostuvieron como si fuese suyo; de los cuales yo conozco los nombres, pero no quiero escribirlos.
Los griegos acusados aquí de plagio, son, además de los órficos, los pitagóricos y Empédocles; pero Heródoto incurría en error al asimilar la teoría órfico-pitagórica de la transmigración a la creencia egipcia en la posibilidad de la resurrección, de la que se derivaba también el rito mágico de la resurrección animal.
En los misterios egipcios se hallaba vigente la creencia de que el muerto, después del juicio del tribunal divino, ante el cual pronunciaba su "confesión negativa" o declaración de no haber cometido ninguno de los pecados que figuraban en la lista, podía, si resultaba justificado, renovar su vida también en la casa de los vivos, revistiendo, sucesivamente, la forma de cualesquiera de los animales divinos. Pero esta resurrección egipcia es el premio de los muertos y la esperanza de los vivos, mientras que el ciclo de los nacimientos en el orfismo es una condena en expiación del pecado original, ya que la aspiración de los órficos está dirigida a obtener, a través de las purificaciones del alma, la liberación de la "rueda del destino y de la generación", del "ciclo de los nacimientos y de la miseria".
47) El divino demiurgo, establece el destino de todos según el mérito "en la rueda del destino y de la generación" de la cual, según Orfeo, es imposible librarse sin enternecer a esos Dioses, a los que prescribe Zeus "liberar del ciclo y hacer cesar de la miseria" a las almas humanas. (SIMPLICIO, comentario al De coelo, II, 1, 284).
La salvación del alma o la liberación del ciclo de los nacimientos se obtenía, según los órficos, a través de la iniciación en los misterios y la observancia de todos los ritos y las reglas de la vida órfica. Para ellos el alma se purificaba y merecía volver así al mundo de los dioses inmortales, del cual el pecado la había hecho caer en la vida corpórea de los mortales.
48) Vengo de los puros pura ¡oh reina de los Infiernos! oh Eucles y Eubuleo y ºtodos los que sois dioses y demonios! porque yo me jacto de ser de vuestra estirpe bienaventurada y he expiado la pena de las obras no justas, para que no me abatiese la Moira o el Dios lanzador de rayos. Añora vengo suplicante ante ti, esplendente Perséfone, para que me envíes benigna a la morada de los puros (laminilla de Thurios: Cfr. en DIELS, Fragm. der Vorsokr., y en KERN, Orphic. frag.).
En el orfismo, en cuanto al camino de la purificación y de la salvación del alma del ciclo de los nacimientos, se halla originalmente constituido por la iniciación en los misterios y por la observancia de las normas de la vida órfica y a través de este significado ritual, pasa a un significado ético, de elevación espiritual por encima de los intereses materiales y de los bienes corpóreos. Y luego, con los pitagóricos, se pasa a considerar como principal y suprema vía de purificación y de salvación del alma la iniciación en la ciencia y a la contemplación filosófica (theoría), que también PLATÓN, Fedro, 248, después, coloca en primera línea entre los caminos para alcanzar la beatitud eterna del alma. De esta manera, en las creencias y de los ritos del orfismo está el origen de la formación del ideal filosófico de la vida.


viernes, 30 de mayo de 2014